CORAZÓN DE MUJER
DÍA 25: YO ME CONFIESO CON DIOS
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CITA BÍBLICA
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”Como el Padre me ha enviado, yo también los envío a ustedes.
Sopló sobre ellos y les dijo:
-Reciban al Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengan, Dios se los retendrá “.
Jn 20, 21-23
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REFLEXIÓN
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En el pequeño espacio del confesionario de apenas unos metros, se dan cita dos abismos infinitos: el de nuestro pecado y el de la misericordia de Dios. ¡Y siempre gana el segundo!
La confesión es un regalo, no un deber impuesto. En este sacramento tenemos la certeza de que somos tocados por Dios.
Por eso es triste que haya personas que no se confiesen. El pretexto más común es pensar que no se necesita de otro hombre para la confesión.
El Papa Francisco respondió a este argumento: “Sí, tú puedes decir a Dios: “Perdóname”, y decirle tus pecados. Pero nuestros pecados son también contra nuestros hermanos, contra la Iglesia y por ello es necesario pedir perdón a la Iglesia y a los hermanos, en la persona del sacerdote”.
Por tanto, la confesión nos pone en paz con Dios, la iglesia y nuestros prójimos.
La confesión sana el alma, alivia el corazón y genera un reencuentro con el Corazón de Dios tan lleno de misericordia, sin importar lo grave que sean los pecados. Dios nos perdona siempre!
A veces nos avergüenzan nuestros pecados, pero está bien, pues nos hacen más humildes.
A veces queremos salir corriendo de la fila de confesión. Pero siempre salimos de ese encuentro más libres, felices y en paz.
La confesión no es invento de los hombres, sino un regalo que Jesús nos dio cuando sopló sobre sus discípulos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengan, Dios se los retendrá”.
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ORACIÓN
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Señor Jesús, gracias por Tu misericordia infinita, por asegurarte de dejar todas las herramientas posibles que sirvieran para el descanso de nuestra alma, no hay nada mejor que un buen sueño con la conciencia tranquila.
Te pido que mi corazón se rinda por completo a Ti, que destierre la soberbia, el orgullo o el temor que puedan impedirle acercarse a llenarse de paz en la confesión.
Hazme humilde Señor, para reconocer con sinceridad todo en lo que debo pedir perdón.
Amén.
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RETO
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Deja la desidia de lado y hoy mismo confiésate confiada en la misericordia de Dios y dale gracias por este regalo.
Creditos: Padre Adolfo, Instagram: @padolfolc | AGOV
Página donde puedes adquirir el libro.
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