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Dios bendiga nuestros matrimonios y familias.

DÍA 27: EL AMOR ALIENTA

 

Guarda mi alma y líbrame; no sea yo avergonzado,

porque en ti me refugio.

Salmo 25:20

 

El matrimonio tiende a alterar nuestra visión. Entramos con

la expectativa de que nuestra pareja satisfaga nuestras esperanzas

y nos haga felices; pero esto es imposible para nuestro cónyuge.

Las expectativas poco realistas generan desilusión.

Cuanto más altas sean tus expectativas, más probable será

que tu cónyuge te falle y te cause frustración. Si una mujer

espera que su esposo siempre llegue a tiempo, limpie lo que

ensucia y comprenda todas sus necesidades, es probable que

pase toda la vida de casada con desilusión. En cambio,

si es realista y comprende que él es humano, olvidadizo y a

veces desconsiderado, se alegrará más cuando sí sea responsable,

amoroso y amable. El divorcio es casi inevitable cuando las personas

no permiten que sus cónyuges sean humanos. Así que debe haber una

transición en tu forma de pensar. Debes decidir vivir guiado

por el aliento en lugar de las expectativas. Más allá de tu aliento

amoroso y de la intervención de Dios, es probable que en el futuro,

tu cónyuge sea igual a lo que ha sido durante los últimos diez años.

 

El amor se concentra en la responsabilidad personal y en superarse

en lugar de exigir más de los demás. Jesús lo explicó cuando habló

sobre una persona que vio una "mota" en el ojo de su hermano

pero no notó la "viga" del propio. "¿O cómo puedes decir a tu hermano:

"Déjame sacarte la mota del ojo", cuando la viga está en tu ojo?

¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás

con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano"

(Mateo 7:4-5).

 

¿Tu cónyuge siente que vive con un inspector de motas?

¿Vive siempre nervioso o temeroso de no estar a la altura de tus expectativas?

¿Diría que la mayor parte de los días percibe tu desaprobación

más que tu aceptación? Quizá, tu respuesta sería decir que el

problema no es tuyo sino de tu cónyuge. Si en verdad falla en

muchas áreas, ¿qué culpa tienes? Los dos deben hacer todo lo

posible para que el matrimonio funcione. Si tu cónyuge no quiere

que seas tan crítico, necesita darse cuenta de que las cuestiones

que sacas a relucir son legítimas. No dices que eres perfecto,

de ninguna manera, pero deberías poder decir lo que piensas.

¿No es así? El problema con esta clase de actitud es que pocas

personas pueden responder a la crítica con completa objetividad.

 

Cuando parece estar claro que alguien no está contento contigo

(ya sea por una confrontación directa o por la aplicación de la ley del hielo)

es difícil no tomar su desagrado en forma personal. En especial,

en el matrimonio. Después de todo, a diferencia de cualquier

otra amistad, cuando comenzó la relación con tu cónyuge,

los dos hacían lo imposible por complacer al otro.

 

Cuando eran novios, a tu pareja le cautivaba tu personalidad.

Prácticamente, no podías equivocarte. Su vida juntos era mucho

más sencilla. Y aunque tu expectativa no era que las cosas fueran

así para siempre, por cierto que no imaginabas que tu cónyuge

fuera tan pecador y que se enojara tanto contigo.

 

Nunca pensaste que esta persona que prometió amarte pudiera

llegar a un punto en el que pareciera que ni siquiera le gustas.

Así que cuando este marcado contraste se transforma en una

viva realidad, tu reacción natural es poner resistencia.

 

Al principio de la vida de casados quizá hayas estado dispuesto

a escuchar y hacer pequeños cambios. Sin embargo,

con el correr de los años, la desaprobación de tu cónyuge solo

parece consolidar la tuya. En lugar de lograr que corrijas las cosas,

hace que quieras atrincherarte aún más.

 

El amor es demasiado inteligente para eso. En lugar de colocar

a tu cónyuge en una postura de rebelión, el amor te enseña a darle

lugar para ser él mismo. Aún si eres una persona exigente,

perfeccionista e inclinada a obtener resultados, el amor te llama

a no proyectar tus exigencias en el desempeño de tu cónyuge.

 

Debes darte cuenta de que el matrimonio es una relación

para disfrutar y saborear en el camino de la vida.

Es una amistad única diseñada por Dios mismo, en la cual dos personas

viven juntas en imperfección pero la enfrentan alentándose

mutuamente, en lugar de desalentarse. La Biblia dice:

 

"Fortaleced las manos débiles y afianzad las rodillas vacilantes"

(Isaías 35:3).

 

"Anímense y edifíquense unos a otros [...] Estimulen a los desanimados,

ayuden a los débiles y sean pacientes con todos"

(1 Tesalonicenses 5:11,14).

 

¿Acaso no quieres que la vida de casado sea un lugar en el que

puedas disfrutar al expresarte con libertad y crecer dentro

de un ámbito seguro en donde recibas aliento aún cuando fracases?

 

Tu pareja también lo desea, y el amor le da ese privilegio.

Si tu cónyuge te ha dicho más de una vez que lo haces sentir

derribado y derrotado, es necesario que tomes en serio estas palabras.

Comprométete a dejar de lado cada día las expectativas poco realistas

y transfórmate en el mayor alentador de tu cónyuge.

Y esa persona que Dios diseñó comenzará a surgir con una nueva confianza y amor por ti.

 

El desafío de hoy:

Elimina de tu hogar el veneno de las expectativas poco realistas.

Piensa en un área en la cual tu cónyuge te haya dicho que esperas

demasiado, y dile que lamentas haberle

exigido tanto. Prométele que intentarás comprenderlo y afírmale tu amor incondicional.

 

Cuando esperas demasiado de tu cónyuge en áreas en las cuales

no tiene una motivación interior para superarse, ¿qué te dice eso sobre ti?

¿De qué maneras puedes manejar mejor estas discrepancias?

 

Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras.

(Hebreos 10:24)

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