Orando por nuestros hijos — Día 1: Ser ejemplo de tolerancia y respeto
Reflexión
“Aménse cordialmente unos a otros con amor fraterno; compitan en estimarse mutuamente.”
(Romanos 12,10)
Muchos padres se quejan de la rebeldía de sus hijos, de su falta de respeto, de su desobediencia o de su aparente inmadurez. Pero si miramos con humildad, ¿no tendría también nuestro Padre Dios motivos para quejarse de nosotros? Los hijos aprenden menos de lo que oyen y más de lo que observan: copian gestos, repiten tonos y reproducen actitudes. Son espejos silenciosos de lo que viven en casa.
Vivimos en un tiempo acelerado y exigente. Las presiones económicas, laborales y emocionales nos mantienen en tensión constante. Esa tensión se descarga, sin querer, en el hogar. Los gritos, las ofensas, las críticas y la impaciencia pueden disfrazarse de “corrección”, pero hieren y cierran el corazón de los hijos.
¿Cómo esperamos que nuestros hijos sean amables, tolerantes y respetuosos si no lo han visto en nosotros? Nadie da lo que no ha recibido. La verdadera autoridad no nace de gritos ni castigos, sino de coherencia y ejemplo. Un padre o una madre que escucha, que pide perdón cuando se equivoca y que dialoga en lugar de imponer, educa más que mil sermones.
Ser ejemplo no es ser perfecto, es ser consciente: detenerse antes de responder con enojo, hablar con serenidad, mostrar que amar no siempre es fácil, pero sí posible. El respeto nace del amor, y el amor se expresa en gestos concretos: paciencia, tono amable, escucha, ternura y silencio oportuno.
La Sagrada Familia vivió en un hogar sencillo y laborioso. No faltaron retos, pero sobraba el amor. José, María y Jesús se escuchaban, se miraban con respeto y se servían con humildad. La palabra allí no hería, sanaba. Hoy el Señor te invita a mirar tu hogar con ojos nuevos: no desde la exigencia, sino desde la gratitud y el deseo de crecer. Cada día es oportunidad para reconstruir la comunicación y enseñar —con el ejemplo— que el amor no se grita: se demuestra.
Oración
Jesús, María y José, Sagrada Familia, modelo perfecto de caridad y respeto: enséñenme a vivir con paciencia, a responder con serenidad y a escuchar con el corazón. Ayúdenme a eliminar de mi hogar todo lo que siembre tensión o dolor y a cultivar un ambiente donde reine la comprensión y la misericordia.
Padre amado, concédeme ser reflejo de tu ternura ante mis hijos. Que encuentren en mí un testimonio vivo de tolerancia, humildad y perdón. Que mi palabra consuele, que mi silencio edifique y que mi ejemplo los conduzca hacia Ti. Amén.
Reto para hoy
- Evitaré gritos, palabras duras y gestos impacientes.
- Escucharé antes de corregir y responderé con calma.
- Tendré un gesto concreto de ternura con cada miembro de mi familia, en especial con mis hijos.
- Usaré palabras que construyan y, si fallo, pediré perdón con humildad.