El matrimonio es
la vocación más difícil
que hay por todas partes
y el divorcio está en aumento.
Sin embargo,
hay un pequeño pueblo
en Europa que es una
excepción
-una notable excepción-
a esta estadística preocupante.
En la ciudad de Siroki-Brijeg
de Bosnia y Herzagovina,
no hay ni un solo divorcio
o familia rota
que haya sido registrada
en la memoria viva
de entre sus más
de 26.000 habitantes (*). Entonces, viendo esto nos preguntamos
¿cuál es el secreto de su éxito?
💍El secreto del éxito en el matrimonio💍
La respuesta es la hermosa tradición que tiene el pueblo croata de Siroki-Brijeg para el matrimonio.
De hecho, esta tradición matrimonial croata está empezando a tomar fuerza en el resto de Europa y América entre los devotos católicos
que han visto las bendiciones
que concede.
Durante siglos la gente
en Siroki-Brijeg ha sufrido cruelmente ya que su
fe cristiana siempre fue amenazada por los musulmanes turcos, primero, y luego por los comunistas.
Siempre han sabido por experiencia, que la fuente
de la salvación viene
a través de la Cruz de Cristo.
No viene de la ayuda
humanitaria, ni de los tratados
de paz o de los planes
de desarme, incluso si
estas cosas pueden traer
algunos beneficios
muy limitados.
Estas personas poseen una sabiduría que no permite
que sean engañados
sobre cuestiones de la vida
y la muerte.
Por eso han vinculado indisolublemente
el matrimonio
con la Cruz de Cristo.
Han fundamentado
en el matrimonio la Cruz
que los hace ir adelante
en la vida con divinidad y luz.
El Matrimonio
Cuando los novios
van a la iglesia para casarse
llevan un crucifijo con ellos.
El sacerdote bendice
el crucifijo y ha lugar decir
que ellos han encontrado
el socio ideal con quien
compartir su vida,
exclamando:
"¡Ustedes han encontrado
su cruz!
Se trata de una cruz para amar, para llevarla con ustedes,
una cruz que no es para
ser arrojada fuera de sus vidas, sino más bien para apreciarla"
Al intercambiar los votos matrimoniales,
la novia pone su mano derecha
en el crucifijo
y el novio pone su mano
derecha sobre la de ella.
Ambas manos están unidas
entre sí y unidas a la Cruz.
El sacerdote cubre las manos
con su estola mientras
pronuncian su promesa
de amarse unos a otros
en las buenas y en las malas, proclamando sus votos de fidelidad según los ritos
de la Iglesia.
Entonces,
los dos besan la cruz.
Si uno abandona al otro,
abandona a Cristo en la Cruz. Pierde a Jesús.
Después de la boda,
los recién casados cruzan
el umbral de su casa
para entronizar el mismo
crucifijo en un lugar de honor.
Se convierte en el punto de referencia de sus vidas
y el lugar de la oración
en familia,
porque la joven pareja
cree profundamente que
la familia nace de la Cruz.
En tiempos de dificultades
e incomprensiones,
como en todas las relaciones humanas, en algún momento
de sus vidas,
en vez de acudir de inmediato
con un astrólogo,
o con un abogado o un psicólogo, prefieren tomar la Cruz.
Se arrodillan,
lloran lágrimas de arrepentimiento y abren
sus corazones pidiendo fuerzas para perdonar al otro,
e implorando la ayuda del Señor.
Esas prácticas las han
aprendido desde los primeros momentos de su infancia.
Aquí a los niños se les
enseña a besar reverentemente
el Crucifijo diariamente
y dar gracias al Señor
por el día al ir a la cama.
Estos niños se van a dormir sabiendo que Jesús
les estará sosteniendo
en sus brazos y por lo tanto
no hay nada que temer.
Sus miedos y diferencias, normales, a veces entre
hermanos,
se desvanecen en el beso
a Jesús en la Cruz.
Sueñan con algún día tener,
al casarse, entronizado
un crucifijo en sus propias casas.
¿Qué podemos aprender de esto?
La familia está indisolublemente unida a la cruz de Cristo.
¿Se trata simplemente
de una visión mórbida
de la vida conyugal y familiar?
¿O es una pieza de sabiduría
que pocos en el mundo moderno podrán entender?
El Catecismo enseña lo siguiente:
"El amor debe ser
permanente
o no es amor verdadero.
No es un sentimiento
que va y viene,
pero tenemos el poder
de dar lo que debería
estar allí, incluso cuando
el sentimiento se extingue".
En el matrimonio
no podemos confiar
en nuestra propia fuerza,
al fin y al cabo humana
y si pensamos que podremos, vamos a fracasar.
La tentación acecha
a cada matrimonio,
de un modo u otro.
En el primer día de la boda
es difícil imaginar que habrá
un momento en que todo
no sea perfecto.
Lo que no saben los corazones
es que se han embarcado
en un camino que recorrerá
las cimas más altas
y los valles más bajos.
Es durante esos momentos
vividos profundamente
en el valle que se hacen
esfuerzos heroicos
para mantener el rumbo.
A veces incluso es necesario
que uno de los cónyuges
tenga la disciplina mental
para tirar del otro cónyuge encarrilándolo
de nuevo en el matrimonio.
Los que habrán
experimentando
esto saben que pueden
tener en la gracia
el poder de bien llevar
esto a través de la tormenta
o el silencio.
Puede haber días en que todo parezca perdido. Luego en un momento de verdadera gracia se puede traer un diluvio de amor renovado devolviendo la vitalidad a la relación y renovando el vínculo sacramental.
Es durante estos tiempos de dificultad intensa que los cónyuges pueden experimentar lo que se entiende realmente por esas palabras aparentemente proféticas que ahora se añaden durante algunas ceremonias de matrimonio:
"Puede besar a la Cruz"
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